fbpx

Los esguinces de tobillo son una de las lesiones traumáticas más frecuentes a nivel mundial, sobre todo en población deportista, pero… ¿Los estamos tratando bien?

Se trata de una patología que prácticamente todas las personas sufriremos al menos una vez en nuestra vida. El más común es el esguince lateral externo de tobillo (85%, pudiendo afectar al ligamento peroneo-astragalino anterior o LPAA, al ligamento peroneo-calcáneo o LPC y/o al ligamento peroneo-astragalino posterior o LPAP), que suele darse tras un mecanismo de inversión forzada del tobillo, provocando un sobreestiramiento de los ligamentos de la zona. Por otro lado, también podemos encontrarnos con lesiones de la sindesmosis tibio-peronea (responsables del 10% de esguinces y que conllevan un tiempo de recuperación hasta cuatro veces superior) o del ligamento deltoideo, situado en la región interna del tobillo (5%), por lo que el diagnóstico diferencial será fundamental en un primer momento, debiendo tener en cuenta también otras entidades clínicas no traumáticas como la tendinopatía peronea o la afectación del nervio peroneo.

Dependiendo del nivel de afectación de los ligamentos involucrados, podremos clasificar los esguinces de tobillo en lesiones de grado I (el más leve, se produce una distensión de las fibras que componen uno o varios ligamentos), II (desgarro de alguno de los ligamentos con continuidad entre sus fibras, generando una posible inestabilidad) o III (el más grave, se produce una rotura completa de alguno de los ligamentos con clara inestabilidad).

Sin embargo, a pesar de su alta prevalencia y de la gran cantidad de evidencia científica y guías de práctica clínica que tenemos disponibles actualmente para su correcto abordaje y tratamiento, éste sigue siendo muy deficiente en la gran mayoría de casos…

Tratamiento de los esguinces de tobillo

En primer lugar, suele abusarse del uso de radiografías en los servicios de urgencias cuando los pacientes acuden con este tipo de lesiones para descartar alguna afectación ósea, lo cual no siempre será necesario. De hecho, en algunos estudios se ha observado que tan solo en el 16% de estos casos se acaba encontrando una fractura. Además, su uso rutinario contribuye significativamente al aumento de los costes sanitarios, incrementa el tiempo de espera en urgencias y expone a los usuarios a una radiación a menudo innecesaria. Para determinar en qué casos deberemos realizar estas pruebas de imagen, atenderemos a las reglas de Ottawa para el tobillo y pie, propuestas por Stiell et al. en 1992, y que consisten en una serie de hallazgos en la exploración física del paciente:

  • Dolor y sensibilidad ósea a la palpación en el borde posterior de los 6cm distales del maléolo lateral o medial.
  • Dolor y sensibilidad ósea a la palpación en la base del 5º metatarsiano o del hueso escafoides.
  • Incapacidad de sostener su peso corporal inmediatamente tras el traumatismo o de dar 4 pasos seguidos en urgencias.

Se estima que su correcto uso permite reducir el número de radiografías en un 30-40%, por lo que será fundamental que el personal sanitario se apoye en el uso de esta herramienta para la toma de decisiones clínicas.

Por otro lado, en la mayoría de personas que acuden a los servicios de urgencias con un esguince de tobillo suele optarse por la inmovilización del mismo (durante un tiempo excesivo) y la prescripción de antiinflamatorios, cuando sabemos que ambas decisiones terapéuticas pueden ser contraproducentes… De hecho, el porcentaje de recidivas y de pacientes que desarrollan una inestabilidad crónica de tobillo (CAI) es muy alto, lo que en la mayoría de casos vendrá provocado por este abordaje y tratamiento deficientes.

Fisioterapia en los esguinces de tobillo

En este punto, el papel de la fisioterapia es fundamental, ya que está evidenciado científicamente que una movilización y carga temprana del tobillo, el uso de vendajes funcionales que limiten únicamente el movimiento lesional y un programa de ejercicio individualizado, complementado por un abordaje mediante terapia manual, va a reducir el riesgo tanto de esguinces recurrentes como de desarrollar una inestabilidad crónica de tobillo, además de permitir una vuelta rápida y segura a nuestra actividad diaria y deportiva habitual. El tratamiento quirúrgico se reserva para aquellas roturas ligamentosas completas que no mejoran con este tratamiento, que provocan una inestabilidad excesiva o en ciertos casos de deportistas profesionales.

Y ahora que ya sabemos lo que ocurre tras un esguince de tobillo, los diferentes diagnósticos que podemos encontrarnos y conociendo la última evidencia sobre su correcto abordaje y tratamiento, espero que sepáis identificar cuándo se están aplicando protocolos desfasados y que contéis con un profesional sanitario que os valore, asesore y guíe en vuestro proceso de recuperación.